Publicado el jueves, 26 de enero de 2017 por Laura Marchesani
Una de las consecuencias más evidentes del impacto que la maternidad tardía tiene a escala global es la necesidad de donaciones de óvulos.
Como ya se ha dicho, los porcentajes demuestran que la posibilidad de quedarse embarazada de manera natural después de los 35 se reduce de manera drástica. Dado que el problema surge del hecho de que la reserva ovárica deja de ser óptima, el tratamiento de reproducción asistida más buscado para superar este escollo es la donación de óvulos.
Con el paso del tiempo se habla cada vez más de este asunto y con menos tabúes, afortunadamente.
Para poder llevarla a cabo es necesaria, como es obvio, una donante: una mujer joven, sana, dispuesta a ceder alguno de sus óvulos a otra mujer que desea ser madre.
Los ovocitos extraídos de la donante se fecundarán en laboratorio con el semen del futuro padre, o bien de un donante si es necesario, y los embriones que se formen serán transferidos al útero de la futura madre.
España es uno de los países europeos más a la vanguardia en lo que respecta a tratamientos de reproducción asistida, incluida la donación de óvulos. Las leyes son claras, las clínicas están preparadas y los procedimientos testados.
Algo que se debe conocer de antemano antes de elegir España como destino es que en el país la donación es altruista, así como absoluta y completamente anónima.
En otras palabras, la joven que ofrece sus gametos no recibe compensación económica, y ella y la futura madre no se conocerán.
La paciente, por lo tanto, no puede escoger personalmente a la donante que le hará este regalo sino que será la clínica que efectúa el tratamiento de reproducción asistida la que le asignará una candidata.
Sin embargo, al otro lado del océano las cosas funcionan de otra manera. Tanto en Estados Unidos como en Canadá la paciente puede elegir a su donante, ver sus fotos, conocer algunos detalles de su estado de salud, de su familia,... incluso existe la posibilidad de conocerla en persona y de hablar con ella. Este aspecto de la donación es particularmente importante para algunas mujeres y en España no es posible. Los sistemas americano y canadiense también permiten, por ejemplo, recibir óvulos de un pariente o una amiga.
El tratamiento en sí mismo funciona de un modo muy similar, si no igual, a como lo hace en España, con las diferencias obvias que dependen del protocolo de cada clínica o de decisiones médicas particulares de cada caso. Los porcentajes de éxito de algunas clínicas estadounidenses alcanzan niveles altísimos.
Por otro lado, no obstante, no debemos obviar dos factores fundamentales para las futuras madres residentes en Europa que eligen cruzar el Atlántico: la distancia y los costes.
Llevar adelante un ciclo de preparación de una paciente que habita en otro continente no es imposible, pero presenta inconvenientes notorios como la diferencia horaria, que en ocasiones impide recibir respuestas en tiempo breve, o la necesidad de adquirir vuelos con poca antelación, pernoctar fuera de casa,... es decir, todos aquellos elementos relacionados con la logística de la paciente.
Además, las tarifas de las clínicas de ultramar son más altas. Así, a los costes de los viajes y traslados de la futura madre se suman los gastos del tratamiento. En los Estados Unidos existe también el coste de compensación de la donante, que varía según los casos y circunstancias.
En otras palabras, antes de decidir el dónde se deberían analizar las prioridades y el presupuesto que se puede y se está dispuesto a invertir.
El lado positivo es que tanto en España como en Canadá y en Estados Unidos existen centros de reproducción asistida con gran experiencia y a la altura de las exigencias de sus pacientes.
