Publicado el miércoles, 21 de junio de 2017 por Laura Marchesani
A menudo, en comentarios que se leen sobre maternidad subrogada, sobre todo en la Red, o que se oyen, en especial en entornos en los que el conocimiento del vulgarmente llamado "vientre de alquiler" no es muy profundo, se nota la tendencia a confundir los papeles de los que afrontan este recorrido de reproducción asistida.
Utilizar definiciones incorrectas -como denominar "vientre de alquiler" a la gestación por sustitución o llamar "madre" a la donante de óvulos o a la gestante- es una forma, más o menos consciente, de contribuir a mantener una nube de desconocimiento y negatividad sobre este asunto tan debatido, pero bastante poco conocido.
Transmitir ideas con una terminología confusa es una manera de intentar influir sobre la percepción que las personas tienen de un determinado concepto. Si además se trata de un asunto tan delicado como el de la gestación por sustitución, las reacciones y las dudas se hacen aún más patentes.
La maternidad subrogada es un tratamiento de reproducción asistida extremadamente complejo, amén de una práctica cara y emocionalmente difícil, por lo que es necesario subrayar que este camino para ser padre no es apto para todos los que desean tener un hijo.
Una gran contribución al escaso conocimiento sobre el asunto la proporciona el hecho de que en España este tratamiento es ilegal, es decir, no se puede realizar dentro del territorio nacional y, por consiguiente, el número de personas conocedoras de los detalles de este periplo hacia la paternidad es todavía reducido. Quienes necesiten recurrir a una maternidad subrogada tienen que acudir a otro país, valorando las distintas opciones disponibles.
Que la gestación por sustitución no se pueda llevar a cabo en el país implica que la gestante también debe residir en la nación al que se acude para el tratamiento. Así, una amiga de los futuros padres que viva en España, aunque lo desee, no puede llevar a cabo una gestación de un hijo de otros.
El concepto de "madre subrogada" es una contradicción en sí mismo. En una gestación por sustitución hay una gestante, que es madre de sus propios hijos, y unos padres que desean tan fuertemente tener un hijo que para que su sueño se haga realidad están dispuestos a iniciar un camino que les obliga a viajar al extranjero, a complicadas y extensas conversaciones en otro idioma, y a inversiones económicas importantes, entre otras cosas.
Los padres son los que desean tener el hijo, quienes lo piensan y buscan la forma de darle la vida a pesar de las dificultades a las que se enfrentan. Padre es quien cuida del niño, lo cría, lo educa y lo acompaña a lo largo de la vida.
La gestante, madre al 100% de sus propios hijos, es una generosa mujer que puede hacer posible que se cree una familia, y que gracias a su admirable gesto se hace única. Ella será la protagonista del nacimiento de la nueva vida, una persona especial e inolvidable: no una madre subrogada, sino una memorable gestante.
Con mucha paciencia. El vínculo que se crea entre gestante y padres es especialmente intenso y, en ocasiones, el contacto entre ellos se prolonga en el tiempo. Afrontar juntos el tratamiento de reproducción asistida, tomar decisiones durante el embarazo, vivir el nacimiento del niño,... son pasos necesarios y maravillosos que unen a los protagonistas de este camino.
