Publicado el miércoles, 29 de noviembre de 2017 por Laura Marchesani
En los tratamientos de reproducción asistida en los que se prevé una FIV o una ICSI, es decir, la creación de embriones en el laboratorio, existen dos modalidades distintas para su transferencia al útero materno o al de la gestante. Ambos posibles procedimientos tienen pros y contras que hay que valorar, como siempre, junto al ginecólogo especializado en fecundación 'in vitro' que sigue a los padres en este camino.
Cualquier generalización sobre el asunto se debe tomar con mucha cautela, pues los factores que influyen en este tipo de elección son determinantes y no pueden ser obviados.
Una vez que se hayan creado los embriones en el laboratorio, el procedimiento a seguir puede ser, o bien el de transferirlos en cuanto se alcance el nivel de desarrollo deseado (normalmente entre el tercer y el quinto día), o bien decidir que sean congelados y aplazar a otro momento la transferencia al útero.
Evidentemente, al tratarse de técnicas extremadamente delicadas y determinantes para el resultado final, seguir el consejo del médico es la elección ganadora. Ello no es óbice para que sea útil informarse antes y entender el porqué del camino propuesto.
Ante todo se debe entender cuándo la transferencia de embriones congelados es la mejor opción. Para hacerlo, se tienen que tener en cuenta las circunstancias particulares de la futura madre o de la gestante, así como el tipo de tratamiento de fecundación 'in vitro' que se está desarrollando –si incluye una donación o, por ejemplo, si se trata de una gestación por sustitución ya que no siempre existe la posibilidad de elegir-. Cuando el consejo del médico es el de efectuar test sobre los embriones, tales como el PGS, será siempre necesario congelar los embriones. De hecho, los resultados de estos test no son inmediatos por lo que, si no se congelan, los embriones no pueden sobrevivir hasta obtener las conclusiones del laboratorio que los padres tanto esperan.
Con respecto a la preparación que tendrá que hacer la mujer que recibirá los embriones, ya sea la futura madre o la gestante, hay elementos generales que son muy similares en cualquier tipo de terapia seleccionada. Normalmente, el ginecólogo especializado en reproducción asistida que atiende a la mujer a la que se transfieren los embriones prescribe a su paciente una terapia farmacológica que la ayuda a desarrollar la membrana interna del útero para recibir los embriones. En otras palabras, los medicamentos que se toman para la preparación a la transferencia sirven para hacer el útero más 'acogedor', de modo que los embriones encuentren el lugar óptimo para asirse y desarrollarse.
Los tiempos de esta preparación dependen de las circunstancias, entre ellas, por ejemplo, el hecho de que se proceda a una trasferencia de embriones en fresco o congelados. Lo más importante es que se verifique la eficacia de la terapia antes de transferir los embriones con una o más ecografías. Cuando la mucosa del útero, el endometrio, está en la fase óptima –con el grosor más indicado para el acogimiento de los embriones- se puede proceder a la transferencia de los mismos.
Es siempre necesario que el ginecólogo elegido chequee en todo momento los resultados de los controles que se realicen durante la terapia de preparación, para así poder elegir el mejor momento para la transferencia y, en consecuencia, aumentar las posibilidades de que se produzca un embarazo.