Publicado el miércoles, 8 de abril de 2015 por Laura Marchesani
La situación actual de los activistas LGBT en Rusia, sus miedos, los peligros que corren, son verdaderamente chocantes.
El simple hecho de pertenecer a una asociación que lucha por el respeto de sus conciudadanos pone a estas personas en una situación de peligro real. Desde Londres cuentan cómo su organización está constantemente bajo observación, controlada. Aceptan hablar con el periódico “The Guardian” (http://www.theguardian.com), exponiendose a riesgos importantes, pero lo hacen porque creen que su voz debe ser escuchada, que su lucha vale la pena.
Están preocupados por la creciente intolerancia que detectan en la sociedad rusa, y citan casos de extrema violencia.
En Rusia, la homosexualidad dejó de ser delito en 1993 y no es considerada una enfermedad desde 1999, pero hoy en día el 74% de la población (un porcentaje que ha crecido 12 puntos con respecto al año 2002) piensa que la homosexualidad no debe ser aceptada.
Debido a la represión y al miedo, algunas personas han abandonado la organización. No obstante, aquéllos que permanecen lo hacen altamente motivados y se encuentran en Londres para formarse en el lanzamiento de campañas de concienciación o sobre la importancia de marcarse estrategias y objetivos claros; todo ello para mejorar su asociación.
Es, de cualquier modo, sorprendente que en estos tiempos, y en un país relativamente cercano, la homosexualidad cause aún estas fobias, como si se tratase de un virus contagioso. No podemos dejar de preguntarnos el porqué de tanto odio.