Publicado el martes, 7 de mayo de 2019 por Laura Marchesani
Un camino de gestación por sustitución puede ser una montaña rusa emocional con momentos de gran entusiasmo y avances que dan esperanza y fases en las que ciertos eventos provocan estrés, tristeza o frustración.
Entre los momentos más intensos de una gestación subrogada se encuentra el día en el que se conoce a la futura gestante, se empieza a hablar con ella y se siente si existe una conexión que permita pensar en recorrer juntos un camino tan exigente. Todos los padres tienen ciertas expectativas acerca de la gestante, pues sus esperanzas de tener un hijo dependen de ella y la serenidad del camino también está relacionada con cómo se desarrolle la comunicación entre las partes.
Encontrar a la persona adecuada no es tarea fácil, hay muchos elementos a valorar desde los dos puntos de vista (el de los padres de intención y el de la gestante) y, asimismo, existen diferencias culturales innegables que no todos conocen o consideran al principio y que sólo en un segundo momento surgen ante una determinada situación.
La implicación de una gestante en este camino es difícil de medir porque su papel influye en su vida en términos de salud, tiempo, atenciones,… pero también en sus relaciones familiares y sociales, en su trabajo, etc. Cada aspecto de su vida se ve afectado por el hecho de estar embarazada para otros.
Cuando llega el momento de prepararse para recibir un embrión de los futuros padres, la gestante debe tomar ciertos medicamentos, hacerse ecografías y seguir al pie de la letra las instrucciones que la clínica de fertilidad le ha proporcionado por lo que, para ella, se trata de un gran compromiso y una enorme responsabilidad. Cuando esta mujer hace todo lo posible para llevar adelante la preparación según lo indicado por el médico, espera que el resultado de esa inversión emocional y física sea positivo, es decir, piensa que si ella ha mantenido su compromiso su útero estará preparado para recibir el embrión.
Por desgracia, las cosas no siempre son así. En algunos casos, aunque la gestante haya cumplido con las instrucciones de la clínica de reproducción asistida, la preparación no va como se esperaba y puede ser necesario prolongar el tratamiento farmacológico, o bien cambiarlo, o bien volver a empezar.
Estas situaciones son siempre estresantes tanto para la gestante como para los padres, pero infundirse ánimos mutuamente, ofrecer palabras de apoyo y tener sentimientos positivos ayuda a superar el bache y refuerza el vínculo entre las partes.
También puede suceder que se llegue al punto de tener que buscar una nueva gestante a pesar de que los esfuerzos y la aptitud de todos hayan sido óptimos. Afortunadamente es una situación poco común pero, cuando acontece, representa un golpe muy duro desde el punto de vista emocional.
¿Existen situaciones en las que es estrictamente necesario buscar una nueva gestante?
Sí. En ocasiones, después de varios intentos, la gestante puede decidir no continuar. Para ella es extremadamente estresante invertir tanto de sí misma en este camino y no poder ayudar a los padres intencionales. Es una consideración a tener presente. También puede ocurrir que su situación familiar cambie o que surjan circunstancias que le impidan dedicar su atención al proyecto que estaba llevando a cabo junto a los padres de intención.
En algunos casos, la gestante tan solo necesita una pausa o análisis médicos extra que ayuden a entender su estado físico y a encontrar la mejor estrategia. Es en ese momento en el que entra en juego la consideración y la paciencia de los padres intencionales.
Muchas veces el resultado de estas situaciones depende de la comunicación entre las partes, de la confianza que se haya creado. Conseguir hablar de manera honesta sobre las expectativas y las exigencias de cada uno es siempre muy útil.
