Publicado el viernes, 29 de julio de 2016 por Laura Marchesani
En ocasiones, cuando nos movemos dentro de un ámbito en particular, como por ejemplo el de la reproducción médicamente asistida, se piensa que los asuntos ligados a la fertilidad y a los tratamientos que la ciencia ofrece son de dominio público.
Para poder obtener datos estadísticamente relevantes, se ha entrevistado a 3.000 personas de cinco países europeos diferentes y se han comparado sus respuestas para intentar comprender, por un lado, si existe un conocimiento general acerca de la edad en la que la calidad ovárica comienza a disminuir y, por otro, para analizar cómo ven en general personas de diferentes países la ayuda que presta la ciencia para poder concebir un hijo.
A pesar de que los entrevistados piensan que la edad a partir de la cual la fertilidad femenina comienza a no ser óptima es 40 años, es decir un retraso de cinco años con respecto a los datos reales, también surge la cifra de que 7 de cada 10 personas han tenido relación con problemas ligados a la reproducción, ya sea en primera persona o en su entorno cercano: familiares, amigos... En resumen, entonces, se puede afirmar que, aun siendo muchos los que necesitan la ayuda de la medicina de la reproducción asistida, no son tantos los que saben con exactitud de qué se está hablando y cómo prevenir ciertos problemas.
En Europa, el 87% de los encuestados percibe la reproducción médicamente asistida como un gran progreso: algo que ayuda de manera decisiva a las parejas con problemas, pero menos del 60% considera justo que las parejas homosexuales también accedan a esos tratamientos.
En España, por el contrario, la visión es mucho más abierta y cerca del 80% percibe como positivo que las parejas del mismo sexo recurran a estas técnicas. Es evidente que el hecho de que este tipo de tratamientos se practiquen de manera legal desde hace mucho tiempo, que hayan accedido a ellos tanto parejas heterosexuales como parejas de mujeres o mujeres solteras, y que los resultados hayan sido óptimos -los niños nacidos con la ayuda de la ciencia en España son sanos y felices-, ayuda a la opinión pública a ver y a aceptar no sólo la reproducción asistida en sí misma, sino también a las familias homoparentales, como un aspecto normal de la sociedad contemporánea.
La visión y la aceptación que, de media, tiene una persona que vive en España es muy abierta y amplia. Son numerosas y visibles en el país las familias con progenitores homosexuales o solteros, y es precisamente esta presencia la que permite al resto de la población comprobar que se trata de familias normales, en las que los niños crecen con la máxima felicidad.
También por lo que respecta a esta pregunta: “¿donaría usted sus gametos?”, los españoles destacan frente a otras nacionalidades.
Por ejemplo: si únicamente el 40% de los franceses o británicos donaría su propio semen, hasta el 60% de los españoles estaría dispuesto a hacerlo. ¿Generosidad? ¡También! No podemos olvidar que España es uno de los países en los que se donan más órganos. No obstante, en lo que concierne a la donación de gametos el discurso es un poco más amplio y comienza con una palabra bien conocida: ‘tabú’. Mientras en muchas naciones europeas es todavía difícil compartir con familiares y amigos el hecho de que se ha de recurrir a la donación de semen o de óvulos, en España la situación es diversa. Sin duda, la posibilidad de hacer público o no este aspecto de la propia existencia es una elección personal pero, en general, las donaciones no son vividas como un secreto del que avergonzarse, ni como un esqueleto en el armario.
Si se habla de ello, si la sociedad es testigo de quiénes son las personas que necesitan estos tratamientos, si puede ver a esos niños felices nacidos gracias a una elección valiente por parte de sus padres, es mucho más difícil juzgar ‘en abstracto’, basándose sólo en prejuicios.
