Publicado el jueves, 2 de junio de 2016 por Laura Marchesani
La endometriosis es una enfermedad; una de ésas que son poco conocidas y de la que se ha empezado a hablar abiertamente hace poco tiempo . El porcentaje de mujeres que la padece es más elevado de lo que se cree y sus síntomas hacen que, en ocasiones, la vida cotidiana sea extremadamente difícil, además de constituir una posible causa de infertilidad.
Por desgracia, la dolencia puede ser no sólo muy dolorosa sino que puede asimismo provocar incomprensión y dificultades en el entorno laboral y en la pareja.
Los dolores que provoca la enfermedad durante el ciclo menstrual son tan intensos que es imposible moverse o hablar, por lo que acudir al trabajo en esos momentos es inviable. Si los padecimientos y las consecuencias que conlleva la endometriosis fueran fácilmente controlables, no sería tan grave.
El desconocimiento de la enfermedad provoca a veces cierta incredulidad entre los compañeros, que creen que se trata de los “típicos” dolores menstruales, es decir, algo común que se puede controlar con un simple analgésico.
Pero no es así.
Evidentemente existen diversos tipos de endometriosis, a los que corresponden características y terapias diferentes.
En los casos más graves, los que son invalidantes, puede ser necesario recurrir a intervenciones quirúrgicas.
Cuando una mujer afectada de endometriosis quiere ser madre, las dificultades que debe afrontar se multiplican. Más allá del hecho de que el propio trastorno puede provocar infertilidad, existe el problema del dolor.
Por si esto no fuese suficiente, también el coito puede ser doloroso, lo que convierte el cuadro en algo realmente complejo de gestionar.
La dolencia, en los casos más graves, puede ser tan invalidante que crea desequilibrios en el interior de la pareja, por todos los motivos ya comentados.
El testimonio de esta mujer lo dice todo.
Intervenciones quirúrgicas, intentos de quedarse embarazada acompañados de dolor, necesidad de asistencia en los peores momentos, son circunstancias que hacen que un matrimonio entre en crisis.
En general, convivir con alguien que sufre una enfermedad incapacitante es un gran reto que no es nada fácil de gestionar.
Quizá sea este el hecho más duro, no porque los otros lo sean menos, sino porque se podría evitar. Los síntomas y las consecuencias de la enfermedad pueden llegar a ser graves, y son debidos a la propia patología, pero los tiempos para diagnosticar el trastorno son definitivamente demasiado largos.
Se ha calculado que desde la aparición de los síntomas hasta que se diagnostica correctamente ¡pasan más de diez años!
Durante este intervalo de tiempo, el hecho de no poder dar un nombre a lo que sucede hace que el día a día sea complejo, precisamente, a nivel social y laboral.
Difundir la existencia de esta enfermedad, así como sus síntomas y consecuencias, ayuda a aumentar la comprensión y a reducir la dosis de superficialidad que algunas veces la acompaña cuando es considerada como “un simple dolor menstrual”.
