Publicado el miércoles, 2 de septiembre de 2015 por Laura Marchesani
Definitivamente estamos en un momento histórico complicado, en una fase de grandes cambios a nivel político, económico y social. Hay que adaptarse a una sociedad en constante cambio en asuntos como la fe, el color, la bandera o la orientación sexual,... Los parámetros del pasado ya no nos sirven de guía, pero la experiencia y la historia pueden marcarnos el mejor camino a seguir. Por desgracia, en ocasiones, algunas personas pueden hacer oídos sordos a las enseñanzas sobre el respeto mutuo que nuestra historia nos sugiere como principio para poder avanzar en la senda de la civilización. A pequeña o gran escala.
La necesidad de fondo de encontrar un modelo político que responda a estas exigencias y la exigencia de recaudar fondos para mantener a flote instituciones públicas (ayuntamientos, por ejemplo), provoca que la fantasía de algún alcalde se dispare en salidas innovadoras. La última, sin duda creativa, la ha ofrecido el alcalde de Albettone, un pueblo del norte de Italia. El señor Formaggio, ya conocido por declarar que duerme con un fusil debajo de la almohada para defenderse de lo que él llama "la gentuza", inmigrantes incluidos, es la de imponer una tasa a los gays. Según él, los ciudadanos homosexuales que residen en su municipio deben de pagar un impuesto por su orientación sexual. ¿La razón? Los gays no se reproducen, así que no pueden contribuir a "sacar adelante el país", como él mismo ha declarado en una entrevista reciente.
La respuesta del presidente de la asociación Arcygay de la zona no se ha hecho esperar, y ha subrayado un par de puntos bastante contradictorios en el discurso del señor Formaggio.
En primer lugar, hoy en día, los gays sí tienen hijos. Nosotros añadimos además que, en el momento actual, tanto hombres como mujeres homosexuales pueden ser padres gracias a la reproducción asistida, que el número de este tipo de familias está destinado a crecer, y que los niños que crecen en ese entorno lo hacen felices. Quién sabe qué diría el alcalde Formaggio si descubriera esta realidad. ¿Retiraría su propuesta de impuesto para los gays, dado que, como él mismo dijo, no se trata de una medida discriminatoria en contra de los homosexuales?
Segundo: si el problema del ayuntamiento es la procreación, ¿qué ocurre con los heterosexuales que no tienen hijos? ¿Habría que investigar por qué no se reproducen?
El alcalde Formaggio declara que no está en contra de los homosexuales, bien al contrario, que los respeta y desea que tengan los mismos derechos y deberes de los demás ciudadanos. Añade que es consciente de que su propuesta se criticará, pero, según él, se tratará de críticas equivocadas, ya que esta medida permitirá a su ciudad ayudar a los heterosexuales que quieran tener hijos.
Desde luego declaraciones como ésta nos dejan perplejos y algo aturdidos. Nos preguntamos si el alcalde en cuestión ha disparado (nunca mejor dicho) un mensaje tan controvertido para llamar la atención y provocar algo de polémica para hacerse publicidad. Si es así, nosotros también somos "culpables" de haberle regalado algo de visibilidad inmerecida, pero al mismo tiempo nos parecía importante expresar nuestra disconformidad, para poner freno a todas las formas de discriminación, más aún si se trata de algo tan absurdo como lo que acabamos de comentar. Si, en cambio, el señor Formaggio cree que ha propuesto algo realmente constructivo para su pueblo -opción todavía más alarmante que la primera- habría que reflexionar sobre los principios tan poco democráticos (y desinformados) de su electorado y de los que le apoyan.
Mientras el resto de Europa camina hacia la aprobación del matrimonio gay y la aceptación de las familias de padres homosexuales, en Italia aún quedan rastros de escasa visión, de un pasado poco "aprendido"… ¡esperemos que duren poco!