Publicado el miércoles, 19 de agosto de 2015 por Laura Marchesani
Sobre la gestación por sustitución sigue habiendo muchas dudas. Las preguntas que un gran número de futuros padres se hacen han sido recopiladas por el portal italiano en una entrevista a la fundadora de Prepara, Laura Marchesani.
Para nosotros es un placer poder clarificar la situación y aportar nuestro pequeño granito de arena para que, poco a poco, la información reemplace a los chismes.
Como consecuencia de la mencionada publicación, hemos recibido varias peticiones en las que se nos solicita ampliar los detalles respeto a la situación de la gestante. Muchas de estas solicitudes se interesan por el tipo de persona que es, por qué gesta el hijo de otros, cuáles son sus motivaciones. Se trata de un tema que ya hemos afrontado previamente, pero que, a pesar de que los que conocemos este mundo nos esforcemos por aportar transparencia e información, siempre hay, en algunos entornos, una visión distorsionada que genera dudas e incertidumbre.
Por ello, vamos a intentar aclarar de nuevo las cuestiones que se plantean más a menudo.
Para profundizar en este punto deseamos comenzar por la cuestión geográfica. La gestación subrogada se puede llevar a cabo en varios países, pero sólo en algunos está regulada. El hecho de que un estado la admita no es garantía de su “buen funcionamiento”, sino que tan sólo significa que en ese país se puede llevar a cabo, pero no implica que haya leyes que especifiquen sus límites, las normas a seguir, la burocracia necesaria, las leyes que protegen a las partes, etc.
Este primer punto es fundamental para entender cuál es la diferencia principal entre una gestación por sustitución llevada a cabo con pleno respeto de gestante y padres, y la que se desarrolla en un país definido “de riesgo”. Estas son zonas en las que la situación económica, política y social no permite las condiciones de serenidad que la situación requiere. Apoyarse en estructuras que no se aprovechan de la pobreza o de las dificultades de las personas y países es un buen inicio desde varios puntos de vista, y la ética no es ni mucho menos el último de ellos.
En los países del primer mundo que tienen una legislación específica sobre gestación subrogada (y cuanto más detallada mejor), las mujeres que se proponen como gestantes son voluntarias, no pueden ser seleccionadas si además de estar sanas, tener una familia que las apoya, hijos propios y una vida “normal”, no gozan de una situación económica estable.
Todas la agencias serias que se ocupan de su selección y las atienden a lo largo del recorrido son muy escrupulosas a la hora de confirmar que estas mujeres no se mueven por interés económico.
La elección gestante-padres de intención es recíproca, así como las condiciones que se establecen a priori entre las partes, que tienen que ser aceptadas y compartidas por ambas. No se trata, pues, de una relación unidireccional en la que los padres imponen sus condiciones, sino un vínculo de mutuo acuerdo, en el respeto reciproco.
Son madres, saben qué significa tener hijos, han tenido embarazos serenos y en perfecta salud. En muchos casos, han conocido a alguien que ha necesitado de la reproducción asistida y saben que detrás de esos tratamientos hay un gran deseo de crear una familia.
Es otro elemento importante. En la cultura a la que pertenecemos, la mediterránea, la idea de que una mujer lleve adelante un embarazo de un niño que no es su hijo resulta algo “raro”, pero en otras culturas no es exactamente así. Esto no significa que se trate de una decisión fácil, sino simplemente que la situación se vive en base a unos estándares diferentes a los nuestros si se trata de un acto de generosidad con la finalidad de ayudar a una nueva familia.