Publicado el miércoles, 4 de mayo de 2016 por Laura Marchesani
Para muchas parejas, la gestación por sustitución es la única posibilidad de tener un hijo biológicamente propio. Asumir este hecho requiere a menudo mucho tiempo y un recorrido doloroso, sobre todo cuando se trata de parejas heterosexuales en las que la mujer ha sufrido abortos espontáneos, enfermedades, cirugías o condiciones genéticas especiales que no le permiten el embarazo o que lo hacen arriesgado hasta el punto de poner en peligro su propia vida.
Si para una pareja de hombres la decisión de recurrir a la gestación por sustitución es casi siempre la única ventana hacia la paternidad, dado que la adopción es en algunos países difícil y en otros directamente imposible; para las parejas heterosexuales llegar a esta conclusión puede ser, como se decía, muy duro porque va acompañada de la sensación de frustración que genera la imposibilidad de tener ese hijo y de la presión social.
La gestación por sustitución es un proceso largo y costoso, no ajeno a posibles inconvenientes, y con implicaciones éticas y psicológicas a valorar a fondo antes de tomar ese camino.
Así, después de todas las reflexiones previas, hay que plantearse el factor económico: la gestación por sustitución es cara. Es un tratamiento de reproducción asistida complejo, que involucra a varios individuos y profesionales de diferentes especialidades. Por todas estas razones los precios son elevados.
Esta es la razón por la que muchas parejas y solteros buscan su hijo en países que no son ni Estados Unidos, ni Canadá, dos estados considerados “caros”. Desafortunadamente el factor económico frena a muchas personas y puede conducir a destinos más baratos, pero también menos seguros.
Algunas zonas de Asia eran, hasta hace poco tiempo, las metas por excelencia para la gestación por sustitución ‘low cost’.
Nepal, India, Tailandia han sido los destinos más frecuentados por los que no podían asumir los precios del primer mundo. Por desgracia, estas naciones son también las menos reguladas, lo que ha provocado situaciones complejas y humanamente desgarradoras. Por ello, y poco a poco, dichos países han comenzado a cerrar sus fronteras a la gestación por sustitución.
La falta de normas deja a las partes involucradas a merced de las circunstancias que se crean en países cuyo nivel de pobreza y analfabetismo, o por lo menos escasa escolarización, hace que las mujeres sean blanco fácil en situaciones que podrían estar fuera de su control.
El drama no termina aquí.
En el tratamiento de procreación asistida necesario para la gestación por sustitución se crean embriones que luego se transfieren al útero de la gestante. ¿Qué ocurre con los embriones creados y congelados en los laboratorios de las clínicas de países que han empezado a prohibir la gestación por sustitución?
El limbo que se ha generado puede alargarse enormemente en el tiempo y su resolución es muy difícil de prever.
La información que existe sobre la gestación por sustitución es escasa, lo que provoca que los futuros padres que eligen su meta con el parámetro de los costes no siempre son del todo conscientes de lo que esa decisión implica.
