Publicado el jueves, 23 de junio de 2016 por Laura Marchesani
A menudo se oye hablar de la vitrificación de ovocitos como técnica que ofrece la medicina de la reproducción asistida para aplazar la maternidad. En la actualidad, de hecho, muchos de los problemas de las parejas que sufren dificultades para concebir están ligados a la calidad y cantidad de óvulos de la mujer, puesto que la edad en la que se piensa en ser madre es cada vez más "avanzada". Las nuevas mamás no son en la mayoría de los casos veinteañeras y, por desgracia, aunque sean mujeres jóvenes con buena salud, su reserva ovárica se suele encontrar en ese momento en una fase no óptima y no recuperable.
No obstante, los problemas ligados a la fertilidad no son sólo femeninos porque, obviamente, la calidad del semen influye sobre los resultados que se pueden obtener. Así como la vitrificación de óvulos es una posibilidad para la futura maternidad, del mismo modo la congelación de una muestra de semen es una buena opción para los hombres que se encuentran en la obligación de tener que afrontar etapas de la vida complicadas, que pueden influir de modo definitivo sobre la calidad de sus espermatozoides.
Entre los efectos colaterales de algunas terapias oncológicas pueden producirse, en ocasiones, repercusiones en la calidad del semen. Cuando un hombre que no es todavía padre debe someterse a una quimioterapia, no es infrecuente que los propios oncólogos aconsejen al paciente congelar sus espermatozoides para permitirle cumplir un posible deseo de paternidad en el futuro si las consecuencias del tratamiento impidiesen conseguirlo de modo natural.
Del mismo modo, también existen otras circunstancias que se pueden presentar en la vida, menos complicadas, pero que llevan igualmente a la imposibilidad de concebir naturalmente, como por ejemplo cuando se va recurrir a una vasectomía. Esta pequeña intervención no es aún totalmente reversible, por lo que la única vía para dejar abierta la posibilidad de tener un hijo es recurrir a la congelación de una muestra antes de proceder con la operación. Así, en el caso de que las circunstancias de la persona en cuestión cambiaran con el tiempo, no sería necesario renunciar a la familia ni recurrir a una biopsia testicular.
Es un procedimiento bastante simple que se pueden efectuar en diversos centros especializados.
Normalmente la recogida de la muestra se puede llevar a cabo en una clínica de reproducción asistida o en cualquier otro lugar en el que el paciente se sienta cómodo. Lo importante es que el recipiente que contiene el semen (del mismo tipo de los que se usan, por ejemplo, para un análisis de orina) se mantenga a una temperatura adecuada y sea entregado al laboratorio en el tiempo que éste indique: generalmente una hora como máximo.
En ocasiones sí, dependiendo de la situación, pero el lado positivo del procedimiento es que, pocos minutos después de haber entregado la muestra a los biólogos, éstos, tras ponerlo en observación, están en condiciones de comunicar al interesado si la cantidad es suficiente.
Una vez congelados, los espermatozoides pueden permanecer en ese estado por largos periodos de tiempo; de hecho, se han conseguido embarazos con muestras que habían sido congeladas quince años antes.
Por todo ello, si la vitrificación de ovocitos es una solución óptima que, no obstante, viene precedida de un tratamiento médico-farmacológico y en la que es necesaria una punción ovárica para la obtención de las células, la congelación de semen no implica normalmente el uso de ningún medicamento ni la necesidad de ningún tipo de preparación clínica, aparte del seguimiento cuidadoso de las instrucciones del laboratorio en lo que respecta a la recogida y entrega del mismo.
