Publicado el martes, 9 de enero de 2018 por Laura Marchesani
A menudo recibimos peticiones de mujeres generosas que desean ayudar a otras familias a hacer realidad su deseo de tener hijos y se ofrecen como "madres subrogadas" o, más correctamente, gestantes.
El altruismo de estas personas es una valiosa muestra de la grandeza de la solidaridad humana pero, por desgracia, no todas las mujeres que lo desean pueden llegar a ser gestantes.
Para poder ser gestante, no madre sino portadora, y desarrollar este papel con seguridad y con la máxima tutela, es necesario superar una serie de test médicos y psicológicos, así como residir en un país en el que la gestación por sustitución sea admitida y en el que exista una legislación específica sobre la misma que la regule en todos sus aspectos.
Para que durante el camino -desde el primer paso hasta después del nacimiento del niño- se proceda con serenidad es absolutamente necesario que las partes estén informadas y tuteladas. Si la gestación por sustitución se desarrolla en un estado cuya ley no admite el tratamiento o donde la normativa es muy imprecisa, las probabilidades de que en el recorrido ocurran incidencias aumentan, sobre todo si se lleva a cabo en un país en el que existen condiciones de escaso bienestar social, económico y político, además de una baja ratio de paridad de género y de tutela de la mujer en un sentido amplio.
Cuando las premisas y las condiciones están claras tanto para la madre, el padre o los padres comitentes como para la gestante, no sólo se puede afrontar el tratamiento con mayor conocimiento, sino también en un contexto de mutuo respeto y, como suele suceder, de serenidad y cariño.
La madre -la mujer que busca y desea el niño que nacerá- debería ser consciente de las dificultades del camino antes de empezarlo. Tener un hijo gracias a la ayuda de otra persona y no poder sentirlo dentro del propio cuerpo no es fácil para una mamá, pero la comunicación y la solidaridad femenina hacen las cosas más sencillas.
Como es obvio, también el entorno de la gestante, erróneamente definida como "madre subrogada", contribuye a la creación de un dialogo abierto entre esas dos mujeres. Cuanta más sintonía haya, más aumentan las probabilidades de éxito y de disfrutar de una experiencia emocionalmente única.
No se trata de juzgar un país, sino de elegir un destino para la propia gestación por sustitución coherente con los valores de los padres y hacerlo de manera consciente.
Así como los futuros padres desean ser entendidos y respetados, de la misma forma la gestante tendrá expectativas similares. Encontrar a una gestante que elija libremente ayudar a otras familias, que esté informada y que viva en un entorno culturalmente parecido al de los futuros padres favorece el buen diálogo entre las partes.
La gestación por sustitución no es un "vientre de alquiler" sino un tratamiento de reproducción asistida que puede funcionar sólo gracias a la generosidad de una gestante que es, no lo olvidemos, la primera protagonista del camino y quien regala parte de sí misma y de su vida a otra familia.
