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Empleo y natalidad

Publicado el jueves, 21 de julio de 2016 por Laura Marchesani

Está claro que, en Europa, el número de niños que nacen cada año está disminuyendo progresivamente. Es fácil percibirlo en el día a día. No hace falta tener acceso a estudios o estadísticas oficiales sobre demografía, porque es suficiente mirar a nuestro alrededor.

En España el número de mujeres sin hijos no es tan alto como en otros países europeos, en cambio el de mujeres que tienen un solo hijo sí es elevado.

Si la causa principal de este efecto, como ya se ha dicho, es la edad avanzada con la que se suele iniciar el proyecto de maternidad y, como consecuencia de ello, la dificultad subsiguiente para concebir el segundo hijo, obviamente existen motivos objetivos que provocan que este deseo de crear una familia llegue un poco tarde.

¿Cuál es el factor que más influye sobre la maternidad tardía?

Sin duda la cuestión laboral: esa incógnita sobre el futuro que a menudo llega a ser el termómetro que mide y define muchos parámetros vitales como la satisfacción, la serenidad o el estrés, y la posibilidad, como se decía, de afrontar un proyecto de familia.

¿Es el sueldo el que determina nuestras elecciones?

No exactamente y no siempre. Si queremos ser más específicos, hay varios aspectos del mundo laboral que provocan un retraso en la llegada del primer hijo y hacen que sea complicado gestionar su venida. En primer lugar, existe un tiempo de transición entre el final de los estudios y el comienzo del primer trabajo -que por lo general es largo-, sobre todo si entendemos como primer empleo una actividad retribuida, porque a veces se disfruta de becas útiles para la experiencia laboral pero no para una independencia a corto plazo.

Y este punto lleva directamente al segundo, que es la dificultad de acceso a un trabajo estable, o a situaciones que prevean un sueldo continuado y con ingresos previsibles. Cuando se pretende empezar un proyecto que conlleva más necesidades económicas es obvio que se echan cuentas para valorar si, en teoría, se podrán cubrir los gastos futuros.

Pero no es solamente un tema de dinero, pues cuando los niños ya han nacido, los padres, como malabaristas, tienen a menudo que inventar soluciones creativas para intentar conciliar los compromisos laborales con los familiares. La estructura rígida que, muchas veces, caracteriza al mundo laboral mediterráneo, las largas jornadas y la obligación de tener una disponibilidad muy flexible, llevan a rutinas diarias especialmente intensas.

Todo esto sin contar con el hecho de que la crisis empuja a algunos trabajadores a jornadas de trabajo con demasiadas horas extra, que se perciben como una "obligación" y que frecuentemente no se pagan.

¿Mamás y papás cuidan de los hijos al 50%?

Desafortunadamente todavía no. A menudo el tiempo que las mujeres dedican a los niños es superior al de los hombres, creando así un círculo vicioso también a nivel laboral. Para las mujeres con hijos, o en edad fértil, es de hecho más complicado encontrar un trabajo porque las empresas prevén que la maternidad implique ciertos compromisos que puedan provocar futuras bajas o peticiones de reducción de horario, opciones que a veces no están bien vistas. Pero también es verdad que, en términos generales, los hombres ganan más que las mujeres por el mismo trabajo, con lo cual son ellas las que al final o renuncian a su carrera laboral o piden una jornada reducida.

¿Cuántos hijos "habría que" tener?

Digamos que, para acercarnos al reemplazo generacional, el número que se considera ideal es de dos pero para llegar a eso habría que implementar a priori una serie de medidas que fomentasen el bienestar social como, por ejemplo, trabajo cualificado, o por lo menos adecuado a la formación y a las capacidades de la persona y consecuentemente retribuido; acceso a la cultura; y mayor participación política.

Si una persona se ve como dueña de su tiempo y siente que posee la libertad para definir su propio proyecto de vida, esto puede ayudarla a entender la paternidad como un hermoso camino que ha sido elegido, y no como un maratón que sólo los atletas más entrenados y talentosos pueden afrontar.

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