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¿Modificar los embriones?

Publicado el jueves, 4 de febrero de 2016 por Laura Marchesani

El mundo de los biólogos y embriólogos que trabajan para ayudar a los futuros padres a alcanzar su sueño está lleno de posibilidades y nuevas prospectivas -algunas aún poco claras- para tratar de entender mejor el desarrollo embrionario. Estas personas trabajan cada día con la esperanza de que su labor sea útil a una nueva vida, pero la evolución de los embriones no es predecible y la posibilidad de que se conviertan en bebés sanos, gracias a los tratamientos de fecundación, puede ser mejorada.

Aquí entra en juego la investigación, el esfuerzo de los profesionales que buscan las causas para ponerles remedio. Pero el laboratorio que trabaja con embriones se mueve en un terreno delicado. El estudio de los genes que determinan el desarrollo de los embriones, y sobre todo la modificación de los mismos, precisa de límites que han de definirse con sumo detalle para no incurrir en derivas peligrosas desde el punto de vista ético.

¿Por qué aprueba el Reino Unido estos estudios?

El porcentaje de éxito de las fecundaciones in vitro que usan blastocitos no es muy elevada y aún no se conocen las causas de estos resultados tan poco satisfactorios.

Por ello, la HFEA (Human Fertilisation and Embryology Authority), el organismo independiente que regula el uso de gametos y embriones en los tratamientos de reproducción asistida y en la investigación, ha autorizado un estudio del Francis Crick Institute de Londres para manipular embriones.

El propósito de la investigación

El objetivo es conocer mejor qué necesitan los embriones para poder convertirse en un bebé sano.

Se trata de un estudio que se llevará a cabo sólo sobre embriones descartados por las clínicas de reproducción asistida, en los siete primeros días tras la fecundación y se concentrará en tres genes determinados. Estos embriones contienen entre 200 y 300 células con funciones específicas.

Ninguno de los embriones usados en esta investigación podrá ser transferido al útero de una mujer.

Evidentemente, los detalles técnicos de la noticia son parte fundamental para comprender el impacto a nivel ético y científico de este estudio. En términos generales, para los que son ajenos a este mundo, se pueden entender las incertidumbres y esperanzas que plantea la investigación desde dos vertientes principales: de una parte, los profesionales que esperan poder ofrecer más y mejor ayuda a quienes tienen problemas de fertilidad o abortos recurrentes por razones desconocidas; de otra, surge la duda de que la posible modificación de algunos genes dé vía libre a una práctica que podría conducir en el futuro a la creación de embriones a la carta.

Por el momento, dado que el estudio se centrará únicamente en 30 embriones que no tendrán posibilidad de desarrollarse y producir un embarazo, este peligro no se corre. No obstante, algunos estudiosos piensan que, prescindiendo de la finalidad del mencionado experimento, los resultados y el hecho de que se permita esta investigación puedan, en cualquier caso, llevar a evadir o sobrepasar los límites éticos.

El debate está abierto

Es probable que sólo tengamos una idea de las posibles consecuencias del estudio cuando se publiquen los resultados, siempre que existan y sean concluyentes.

Por el momento hay planteadas muchas incógnitas relativas a los embarazos fallidos o a los abortos espontáneos que no se pueden resolver, pero sobre los que, poco a poco, se podrá arrojar un poco de luz.

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