Publicado el jueves, 19 de mayo de 2016 por Laura Marchesani
Como se anunciaba, Portugal se mueve, dando pasos de gigante en una dirección que generará sin duda un gran debate.
En un momento de grandes discusiones, más o menos reales, sobre la reproducción asistida y, en especial, sobre la gestación por sustitución, un país de tradición católica se moviliza con ímpetu rompiendo las reglas y demostrando cómo un debate sano puede llevar a una apertura histórica.
Desde hace algún tiempo, en algunos países -entre ellos España-, se ha iniciado una campaña para dar una imagen más correcta de la gestación subrogada y para promover una legislación que permita el acceso a este tratamiento dentro del país de residencia, sin haberse alcanzado hasta el momento conclusiones concretas. La sociedad ha comenzado, de todas formas, a descubrir un aspecto de la reproducción asistida que era prácticamente desconocido, y a ver que hay caminos hacia la paternidad que estaban sumergidos en la niebla y adolecían de falta de información.
Intentos parecidos, pero con éxito menos evidente, han sido llevados a cabo por una asociación italiana relacionada con el Partido Radical, con el mismo objetivo de dar a conocer una imagen más exacta de la gestación por sustitución, de abrir un debate informado y respetuoso, y de empezar a pensar en normas que permitan afrontar este camino con plena seguridad y tutela de las partes.
A pesar de las idas y venidas de noticias y reacciones en ambas naciones, de momento no se ha alcanzado ninguna meta concreta a nivel legal.
El Parlamento portugués ha aprobado una ley que introduce dos novedades importantes:
La primera es que todas las mujeres tendrán acceso a los tratamientos de reproducción asistida, independientemente de su orientación sexual y estado civil, como ya sucede en España.
La segunda, la gran revolución, que pone al país en una posición sin duda más avanzada con respecto a la ya vanguardista España y a la todavía estancada Italia, es la posibilidad que otorga a mujeres que por motivos de salud no puedan llevar a cabo un embarazo de acceder a la gestación subrogada.
La normativa toma en consideración el caso de muchas mujeres que, o bien por ausencia de útero o bien por enfermedades uterinas, no pueden llegar a ser madres. Esto significa que el acceso a la gestación por sustitución se permitirá a parejas heterosexuales que tienen imposibilidades demostrables desde el punto de vista médico.
Por ello, la disponibilidad de la gestante se basará en los principios no solo de voluntariado, sino también, como en otros países, de altruismo.
Existe de hecho la gestación subrogada que prevé una remuneración, como sucede en algunas partes de Estados Unidos, y la que en cambio no prevé ningún tipo de compensación, autorizando como máximo la cobertura de gastos en los que incurre la gestante y que se derivan del embarazo.
Independientemente del hecho de que la gestante perciba o no una compensación por su colaboración voluntaria, siempre es necesario basar la relación entre las partes en el deseo de colaboración y respeto mutuo.
Se trataría, pues, de tomar como ejemplo otras legislaciones bien definidas para intentar reproducir el modelo, ya que patrones a seguir -países con las mismas modalidades que Portugal- ya existen.
Cuanto más claras sean las reglas, mayores serán las probabilidades de una buena aplicación de la ley y de que quienes, de una manera u otra, entren en este proceso tengan experiencias positivas.
