Publicado el martes, 20 de marzo de 2018 por Laura Marchesani
Marzo es el mes elegido para concienciar sobre la endometriosis, una enfermedad que afecta a muchas más mujeres de las que se cree y que tiene una influencia determinante en la vida de las que la padecen y la de sus familias.
A menudo, cuando se habla de endometriosis se hace desde el punto de vista de la imposibilidad o dificultad para tener hijos y, de hecho, algunas mujeres descubren que la sufren solamente después de algún chequeo médico que se efectúan precisamente porque no pueden hacer realidad su deseo de maternidad.
Así, está probado que existe una relación entre esta enfermedad y la necesidad de recurrir a la reproducción asistida. No obstante, es necesario subrayar que no siempre la infertilidad es consecuencia de la endometriosis. En otras palabras, si se padece de endometriosis, en principio no se está destinado irremediablemente a tener dificultades reproductivas, pues cada caso tiene sus propias características.
Sin duda, una de las características innegables de la enfermedad es el desconocimiento que existe con respeto a cómo se manifiesta, a sus síntomas, y a todos los efectos colaterales que puede acarrear. En muchas culturas, el dolor relacionado con las mujeres y su ciclo menstrual se considera normal y se tiende a no investigar cuál es la causa del mismo. Parece, pues, que una de las razones del escaso conocimiento de la enfermedad es el hecho de que el dolor que afecta sólo al género femenino se ha concebido históricamente como algo natural e inevitable. Por fortuna, asociaciones de mujeres afectadas por la endometriosis han decidido, en los últimos años, hacer pública su lucha y visibilizar la enfermedad, llegando a conseguir que se dedique un día al año -el 14 de marzo- a esta particular dolencia.
Es destacable que, incluso en el primer mundo, donde la enfermedad se está dando a conocer cada vez más, exista todavía poca preparación sobre ella y que, en muchos casos, se tarde años en obtener un diagnóstico.
Algunas mujeres afectadas no tienen síntomas y descubren que la padecen sólo ante una emergencia médica repentina o, como se decía, por la dificultad para concebir.
Muchas madres de intención que están recorriendo el camino de una fecundación in vitro lo hacen para intentar optimizar sus posibilidades de quedarse embarazadas a pesar de su endometriosis. Algunas mujeres, afectadas por formas especialmente graves de la enfermedad, están obligadas a valorar la opción de la gestación subrogada.
Hoy en día, la ciencia se está moviendo para obtener un mayor conocimiento sobre la enfermedad y, en consecuencia, conseguir armas o estrategias para combatirla y hacer la vida de quienes la sufren menos difícil. Para las futuras madres existen, asimismo, posibilidades que en el pasado no estaban disponibles tales como la congelación de ovocitos, cuando la enfermedad está en un primer estadio, algunos pasos iniciales hacia los trasplantes de útero o la gestación por sustitución. Como es lógico, ninguna de estas opciones es ideal para las mujeres que desean ser madres ya que el deseo de todas ellas sería el de vencer la enfermedad y no tener que sufrir sus consecuencias pero, por el momento, se están abriendo camino una serie de posibilidades que conducen al tan deseado resultado: el nacimiento de un hijo.
