Publicado el jueves, 1 de septiembre de 2016 por Laura Marchesani
Jaime Cantizano, conocido presentador de televisión, soltero, acaba de ser padre gracias a la gestación por sustitución en Estados Unidos.
Como es obvio, los medios de comunicación dedican mucha atención a los personajes conocidos por el gran público, y las noticias sobre gestación subrogada están, por lo tanto, a menudo relacionadas con rostros famosos. Cantizano no es el único que ha divulgado el tipo de recorrido que ha elegido para hacer realidad su deseo de tener un hijo y su voz se suma a un coro que parece aumentar cada día.
Los hombres sin pareja reivindican su derecho a ser padres y es desde este deseo íntimo y profundo como se debe interpretar la publicación de las noticias del nacimiento de sus hijos. Es obvio que un padre soltero ha necesitado la ayuda de la medicina de la reproducción asistida para alcanzar su objetivo, pero no siempre y no para todos es evidente que ha recurrido a la gestación por sustitución. Por eso, se podría evitar la difusión de una elección tan difícil desde el punto de vista humano y social, además de económicamente complicada. No obstante, desde la máxima felicidad de un neo padre, cuando las ganas de compartir ese sentimiento de alegría están en el escalón más alto, se desea que los demás también puedan llegar a ese Paraíso.
Aunque a menudo se dice que ya hay muchas madres solteras y que el hecho de ver crecer el número de padres solteros no debería causar estupor, en realidad en el viejo continente la sorpresa y la perplejidad no son extrañas. Estamos acostumbrados a ver mujeres sin pareja pero con hijos y eso no nos asombra ya que este tipo de familia siempre ha existido y no representa, pues, ninguna novedad. Una reacción diferente es la que suscita un padre que no tiene una compañera, y que no sólo cría un hijo solo sino que lo hace por elección propia. Este hombre ha decidido ser padre y, para poder hacer realidad ese deseo, ha afrontado un camino complejo desde varios puntos de vista que lo expone a críticas, a veces feroces.
Lo primero de todo que no se pueden esconder, que su condición de progenitores hace evidente su elección.
Para las parejas heterosexuales no es así. El recorrido por la gestación por sustitución de un hombre y una mujer, que juntos deciden afrontar este duro camino, a menudo viene acompañado de una dosis de frustración por un pasado de embarazos no conseguidos. En esos casos, el tipo de elección que toman los protagonistas no siempre es evidente y es posible esconderlo, al menos parcialmente. Si finalmente se da a conocer, la tendencia general en las sociedades mediterráneas es a la empatía, a la comprensión hacia una pareja que ha sufrido mucho y que no ha podido tener un hijo de manera natural.
Todos, por un motivo u otro –los solteros porque son considerados por la sociedad como hombres egoístas, las parejas homosexuales porque deben oír que una familia con padres del mismo sexo va contra natura, los heterosexuales porque parece faltarles la capacidad reproductiva, etc.-, deben soportar malos momentos para lograr ser aceptados.
El lado positivo es que, normalmente, a pesar del asombro que suscitan las nuevas familias, cuando se conocen en detalle los casos, con nombres, caras e historias, incluso las reacciones inicialmente más negativas tienden a suavizarse y a girar hacia la comprensión y, de ahí, al respeto.
