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Permisos de maternidad y paternidad

Publicado el jueves, 15 de septiembre de 2016 por Laura Marchesani

Se habla continuamente de la crisis de la pirámide demográfica, de cómo la economía no será capaz de mantener a tantos pensionistas, de los problemas de los países en los que nacen pocos niños.

Al mismo tiempo, no obstante, apenas se invierte en medidas que ayuden a las nuevas familias a nivel económico, laboral y logístico. Compaginar trabajo y familia, ser capaz de armonizar cotidianidad familiar, necesidades económicas y disponibilidad de tiempo parece en ocasiones algo digno de un prestidigitador.

Si los factores que han llevado a la actual caída de la natalidad, que no deja de descender, son múltiples y difíciles de resolver a corto plazo, es también cierto que socialmente se tiende siempre a aceptar y entender que una madre se dedique a sus hijos en sus primeros meses de vida, mientras que nos parece cuanto menos singular que un padre se haga cargo de papillas y pañales.

¿Por dónde empieza el cambio?

Es notorio que deberían nacer más niños, pero no todas las madres tienen la suerte de estar inmersas en un entorno laboral que les permita continuar con la dinámica de cuidado de los hijos de la que muchas veces las mujeres son las únicas responsables. O, simplemente, desean poder compartir esa tarea con su compañero que, aun con la mejor voluntad, tampoco suele disponer del tiempo necesario para llevarla a cabo.

¿Quién contrata a una mujer en edad fértil?

La discriminación laboral existe. De hecho es bien sabido que la futura madre se ausentará en las fases pre y post parto, pero también para acompañar a su hijo al médico, al colegio,… y que, si dispone de esa posibilidad, solicitará una reducción del horario de trabajo para hacerse cargo de la prole.

¿Y los padres?

Por estas razones un conjunto de ciudadanos españoles se ha unido para solicitar a los grupos parlamentarios que aprueben una ley de permisos de maternidad y paternidad diferente a la actual. Estas personas afirman que si las semanas a las que tienen derecho los nuevos padres son transferibles, al final las disfrutará sólo la madre. Si, por el contrario, el permiso se distribuye entre ambos padres de modo intransferible, de manera que cada uno de los dos pueda utilizar el tiempo que tiene a su disposición para atender a sus hijos, quizá la distancia entre los cuidados que los niños reciben de su madre y de su padre se irá reduciendo poco a poco.

Incluso si los grupos políticos acceden a reflexionar sobre esta propuesta, no será fácil encontrar una solución aceptable para todos. Más allá del caso en sí mismo queda una cuestión clave a analizar: un sistema social que coloca todo el peso del cuidado de los hijos sobre la madre pero que, al mismo tiempo, priva a los padres que quieren pasar más tiempo con sus vástagos para conocerse el uno al otro, sobre todo en las primeras etapas de la vida, de la posibilidad de hacerlo.

Los padres responsables, presentes y absolutamente autosuficientes en el cuidado de sus hijos ya existen. Si animamos y facilitamos las cosas también a aquellos que permanecen todavía en el pasado, se podría provocar un pequeño y progresivo cambio hacia una familia equilibrada.

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