Publicado el miércoles, 7 de junio de 2017 por Laura Marchesani
Para algunas personas, el hecho de tener que recurrir a la medicina de la reproducción asistida para poder ser padres no siempre es fácil de aceptar, por razones personales y sociales.
De hecho, admitir que sin la ayuda de la ciencia no es posible generar hijos puede ser traumático. Obviamente, mucho depende de las circunstancias de los protagonistas pero, en general, a cada familia le gustaría poder transmitir a sus descendentes el código genético que les pertenece y ver un embarazo y un nacimiento que se reconocen como 'estándares'.
Admitirse a uno mismo, y dentro de la pareja, la necesidad de contar con un donante o una donante de gametos es una etapa que tiene sus dificultades y supone llegar a una elección tras haberla meditado profundamente. Sólo después de entender todas sus implicaciones y la complejidad de la donación se puede estar preparado para un camino de fecundación asistida con estas modalidades tan peculiares.
Quién es el donante de semen o la donante de óvulos
Si, en el pasado, muchas familias tenían dudas con respeto a la posibilidad de compartir con otros el hecho de haber recurrido a la donación de óvulos o de semen, hoy en día la mayoría de los futuros padres tienden a pensar en la transparencia total, sobre todo dentro de la familia. La tendencia ha cambiado en pocos años, abriéndose a la aceptación y a la normalización.
Así, en la actualidad, los psicólogos y los especialistas que acompañan a los futuros padres en los caminos de fecundación 'in vitro' con donación de gametos y/o gestación por sustitución aconsejan no esconder en ningún momento a los hijos sus orígenes.
Evidentemente existen diferencias prácticas cuando se entra en los detalles de cada caso, relacionados con el hecho de que en algunas ocasiones se conoce directamente a la persona que ha donado –en los países en los que se contempla la posibilidad de la donación de óvulos y semen no anónima- mientras que en otras, en cambio, no es posible tener acceso a su identidad.
Más allá de estas peculiaridades, el consejo es siempre el de transmitirle a nuestros descendientes la historia del camino afrontado por sus padres para darles la vida.
Para muchas personas, poder diseñar su propio árbol genealógico biológico es importante para completar la imagen de su identidad; por ello, saber cómo se ha desarrollado el proceso de la propia concepción, desde el deseo de sus padres hasta el parto, ayuda a definir algunas partes de la historia que componen el puzle.
La parte que en un primer momento resulta más difícil para los padres es la del cómo, es decir, con qué palabras y en qué momento contarle al hijo el camino que ha llevado a su nacimiento tan deseado a través de una fecundación 'in vitro' con donación y/o a una maternidad subrogada.
Por lo general se aconseja empezar desde una edad muy temprana con cuentos que hablen de la diversidad familiar.
Poco a poco el contenido del mensaje se puede desarrollar, siempre de acuerdo a la capacidad cognitiva del niño, hasta llegar, gradualmente y cuando ya pueda comprender, a un contenido completo, con todos los detalles.
Los niños no escuchan sólo las palabras, sino también cómo estas se transmiten, y son capaces de sentir que los padres viven con serenidad las elecciones que han tomado. Por esta razón, los psicólogos subrayan, por un lado, la importancia del contenido pero también, por otro, la manera en el que éste se transmite.
