Publicado el martes, 19 de diciembre de 2017 por Laura Marchesani
La gestación por sustitución ha sido siempre objeto de controversia por razones comprensibles desde el punto de vista ético, económico y psicológico. Es evidente que un tratamiento de reproducción asistida de estas características implica un camino hacia la paternidad que no tiene nada de estándar y que involucra en el proceso de concepción, embarazo y nacimiento a personas que suelen ser ajenas a la familia.
Entre las diferentes preguntas que la gestación por sustitución sigue desencadenando en nuestra sociedad se encuentra la duda sobre cómo los niños nacidos gracias a esta técnica de reproducción asistida viven su identidad y sus orígenes. Con respecto a este asunto, hay que decir que mientras los padres solteros y las parejas de hombres tienen que admitir públicamente que han recurrido a la ayuda externa de donante y gestante, para las parejas heterosexuales no siempre es así. De hecho, a pesar de los consejos que los psicólogos ofrecen a estos futuros padres acerca de mantener siempre una completa transparencia hacia sus hijos sobre cómo han sido concebidos y han nacido, estas recomendaciones no se siguen al pie de la letra en todos los casos.
Hay que insistir en que muchas parejas heterosexuales viven con gran temor los posibles juicios de valor de otras personas, que podrían airear su idea de que un niño nacido por donación de gametos y/o gestación subrogada no es un "hijo al 100%". Obviamente, este aspecto depende mucho del entorno en el que vive la familia pero, no obstante, es bastante comprensible esta reticencia a compartir algunos aspectos relativos a la propia familia.
Por estas razones, no siempre es fácil identificar a los niños nacidos por donación o por gestación por sustitución cuando los padres son una pareja heterosexual.
Pero, ¿cómo crecen los niños de hombres que han recurrido a técnicas de reproducción asistida?, ¿viven la verdad sobre sus orígenes como algo traumático o negativo? Para contestar a estas preguntas, psicólogos italianos han llevado a cabo un estudio con 31 niños nacidos gracias a la gestación por sustitución.
El resultado no es nada sorprendente y confirma que los niños no sólo no lo viven como un trauma, sino que incluso no lo consideran un hecho fundamental.
Parece que sí y, aún más, no parecen para nada confundidos sobre el asunto. Es probable que la forma en la que los padres gestionaron y compartieron con ellos la historia de sus orígenes haya tenido una influencia positiva sobre la reacción de los niños. Contar a los hijos desde una edad temprana cómo han visto la luz, dirigirse a ellos con términos y modos adecuados a su tierna edad, explicarles cómo se ha producido el milagro de su nacimiento parece ser el mejor camino; exactamente como sugieren los especialistas que trabajan en el campo de la reproducción asistida, en general, y de la gestación subrogada, en particular.
Aunque el estudio no descubra nada insólito, sino que más bien confirme lo que ya se sabía sobre cómo se sienten los niños nacidos por gestación subrogada, tiene una notable importancia pues se trata del primero de este tipo que se desarrolla en Italia.
